La microbiota vaginal es el ecosistema microbiano que habita de forma natural en la vagina, y juega un papel crucial en la salud íntima de la mujer. Este conjunto de microorganismos, principalmente bacterias, pero también hongos, virus y otros microbios, tiene una función protectora vital.
Los cambios en el equilibrio de la microbiota vaginal pueden generar diversos problemas de salud, desde infecciones comunes hasta complicaciones más graves. A lo largo de este artículo, explicaremos qué es la microbiota vaginal, qué función tienen las bacterias buenas, cómo se produce un desequilibrio, qué son las malas bacterias, y cómo reequilibrar la flora vaginal para mantener una buena salud íntima.
La microbiota vaginal es un conjunto de microorganismos que residen en la vagina de manera natural. En un estado saludable, las bacterias predominantes en la vagina son del género Lactobacillus, conocidas también como flora de Döderlein, en honor al ginecólogo Albert Döderlein, quien las describió por primera vez. Estas bacterias representan entre el 90 % y el 95 % del total de bacterias presentes en el tracto reproductivo femenino. Entre ellas se encuentran especies como Lactobacillus crispatus, L. gasseri, L. iners y L. jensenii, todas desempeñando un papel fundamental en la protección de la salud vaginal.
Los Lactobacillus son bacterias beneficiosas que tienen la capacidad de producir ácido láctico. Este ácido reduce el pH vaginal, creando un ambiente ácido con un pH que generalmente se encuentra entre 3.8 y 4.5. Este pH ácido es fundamental porque protege la mucosa vaginal al impedir el crecimiento de bacterias patógenas y hongos, creando así una defensa natural frente a posibles infecciones.
Además, los Lactobacillus también secretan peróxido de hidrógeno, un compuesto antimicrobiano que ayuda a eliminar patógenos y evitar su proliferación lo que ayuda a evitar infecciones, como las de transmisión sexual o las infecciones urinarias.
Los Lactobacillus también desempeñan un papel clave en la competencia por recursos y espacio en la vagina. Al ocupar los nichos disponibles, estas bacterias buenas dificultan que otros microorganismos puedan adherirse y proliferar. De esta forma, los Lactobacillus actúan como una primera línea de defensa ante la invasión de patógenos.
Sin embargo, la microbiota vaginal no está formada solo por bacterias beneficiosas. En ella también pueden habitar bacterias oportunistas, hongos y virus en pequeñas cantidades, representando normalmente entre un 5 % y un 10 % del total de microorganismos. En condiciones normales, este equilibrio entre los Lactobacillus y los otros microorganismos de la flora vaginal permite que la microbiota cumpla eficazmente su función de defensa, pero diversos factores pueden alterar este equilibrio y dar lugar a infecciones.
Un desequilibrio de la microbiota vaginal, conocido como disbiosis, puede ocurrir cuando la cantidad de Lactobacillus disminuye, lo que permite que otros microorganismos patógenos, como Gardnerella vaginalis o Candida albicans, crezcan sin control.
La disbiosis vaginal puede ser provocada por diversos factores, tanto internos como externos. Uno de los factores más comunes es el uso excesivo de antibióticos, los cuales pueden alterar la microbiota vaginal al eliminar las bacterias buenas junto con las malas, lo que favorece el crecimiento de microorganismos perjudiciales.
Los cambios hormonales durante el ciclo menstrual, el embarazo o la menopausia también pueden influir en la microbiota vaginal. Durante estas etapas, los niveles de estrógeno y otras hormonas fluctúan, lo que puede alterar la flora vaginal y predisponer a las mujeres a infecciones. La higiene inadecuada, como el uso excesivo de duchas vaginales o productos de higiene con fragancias agresivas, también puede alterar el equilibrio de la microbiota vaginal y facilitar la proliferación de bacterias patógenas.
El estrés, la falta de sueño y una dieta desequilibrada también juegan un papel importante en el desequilibrio de la microbiota vaginal. El estrés y la dieta alta en azúcares y grasas pueden afectar la respuesta inmunológica del cuerpo, lo que a su vez puede permitir que las bacterias patógenas crezcan en mayor cantidad. Además, el estrés crónico puede alterar la producción hormonal, afectando el equilibrio de la flora vaginal.
Cuando la microbiota vaginal está desequilibrada, las bacterias patógenas pueden proliferar. Entre las principales bacterias que pueden causar problemas se encuentran Gardnerella vaginalis, que está asociada con la vaginosis bacteriana, y Candida albicans, que es responsable de la candidiasis vaginal.
Gardnerella vaginalis es una de las bacterias más comunes en los casos de vaginosis bacteriana. Esta infección se produce cuando hay una disminución de los Lactobacillus y un aumento de las bacterias anaeróbicas, como Gardnerella.
Los síntomas más comunes de la vaginosis bacteriana incluyen flujo vaginal con un fuerte olor a pescado, picazón y sensación de ardor.
Por otro lado, Candida albicans es un hongo que forma parte de la flora vaginal normal, pero en situaciones de disbiosis puede multiplicarse rápidamente y causar candidiasis vaginal.
Los síntomas de la candidiasis incluyen picazón intensa, enrojecimiento, dolor durante las relaciones sexuales y flujo vaginal espeso y blanco.
La candidiasis se asocia generalmente con un sistema inmunológico debilitado o con el uso de antibióticos que alteran la microbiota vaginal.
Existen varias estrategias que pueden ayudar a restaurar el equilibrio de la microbiota vaginal y prevenir infecciones recurrentes.
Una de las formas más efectivas de reequilibrar la flora vaginal es mediante el uso de probióticos. Los probióticos que contienen cepas de Lactobacillus pueden ayudar a recolonizar la vagina con bacterias beneficiosas, restaurando así el pH ácido y previniendo la proliferación de bacterias dañinas.
Para elegir probióticos, es fundamental considerar ciertos criterios que aseguren su eficacia y seguridad.
Para apoyar tu microbiota íntima hemos desarrollado un complemento alimenticio a base de probióticos: PROBIOVANCE INTIM que contiene 3 Lactobacillus específicos para la flora íntima : Lactobacillus rhamnosus, Lactobacillus reuteri, Lactobacillus crispatus), ofreciendo 15 mil millones de U.F.C por cápsula.
Una alimentación saludable desempeña un papel fundamental en el mantenimiento y la recuperación del equilibrio de la flora vaginal. Seguir una dieta rica en fibra, frutas y verduras proporciona prebióticos, que son compuestos no digeribles que alimentan a las bacterias beneficiosas como los Lactobacillus, favoreciendo su crecimiento y fortaleciendo el sistema inmunológico.
Además, los alimentos fermentados como el yogur natural, el kéfir, el chucrut o el miso son excelentes fuentes de probióticos naturales, que ayudan a mantener un microbioma vaginal saludable.
También es importante incorporar micronutrientes esenciales como las vitaminas D y C, el zinc y el ácido fólico, ya que contribuyen a proteger frente a infecciones y a regenerar las mucosas. Por otro lado, los ácidos grasos omega-3, presentes en pescados grasos, nueces y semillas de chía, aportan efectos antiinflamatorios que favorecen el equilibrio del ecosistema vaginal.
Al mismo tiempo, se recomienda limitar el consumo de azúcares y carbohidratos refinados, ya que pueden promover el crecimiento de bacterias perjudiciales y hongos como Candida albicans. En conjunto, una dieta equilibrada, rica en estos componentes, puede ser un complemento eficaz al uso de probióticos específicos.
Otra estrategia clave es evitar el uso innecesario de antibióticos, ya que estos medicamentos no solo eliminan las bacterias patógenas, sino que también pueden destruir las bacterias beneficiosas de la microbiota vaginal. Siempre que sea posible, los antibióticos deben usarse bajo estricta supervisión médica para evitar efectos secundarios indeseados.
Además en algunos casos puede ser necesario acompañarlos con probióticos específicos para minimizar sus efectos secundarios.
Para cuidar adecuadamente la flora vaginal y prevenir desequilibrios que puedan causar infecciones, es importante seguir ciertas recomendaciones sanitarias básicas.
Se debe evitar el uso de duchas vaginales, jabones perfumados o productos íntimos agresivos, ya que pueden alterar el pH natural y eliminar las bacterias beneficiosas.
También se recomienda usar ropa interior de algodón, que permite una mejor ventilación y reduce la humedad, y evitar prendas muy ajustadas que puedan favorecer la proliferación de microorganismos dañinos.